Con arreglo al sistema modelizador primero ( la lengua) cuya operación de denominación recorta sus elementos en la continuidad de la realidad, las diferentes prácticas discursivas cuyo conjunto constituye lo que llamamos la literatura ( poesía, ensayo, teatro, novela...) son unos sistemas modelizadores llamados secundarios por redistribuir un material verbal previamente recortado por la primera operación de denominación. Estos sistemas modelizadores secundarios se desarrollan dentro de sus respectivas instituciones. Se trata de macrosemióticas artificiales con trayectos de sentido que representan pasos obligatorios de los cuales no se pueden escapar los mensajes que transitan por ellas. Estos mensajes llevan el sello de sus coacciones. Para ejemplificar lo que son estas coacciones remito a lo que escribí en el caso del intercambio epistolar : solemos empezar nuestras cartas con un encabezamiento del tipo “Muy señor mío”, (“My dear friend” “Mon cher ami”) y terminarlas con una despedida como “ Su atento servidor” (Sincerely yours” “Votre dévoué”) o sea : Usted es mío y soy suyo; despidiéndome ya soy el señor mío de la respuesta que espero de usted. Lo que escribimos en este cuadro circula pues entre los dos polos de esta misma estructura que hace funcionar simultáneamente el deseo de poseer al otro y correlativamente de entregarse a él. No importa que se haga caso omiso de estas fórmulas o que vengan sustituidas por fórmulas menos explícitas : esta práctica social queda estructurada con arreglo y en torno al diálogo a solas de los dos corresponsales. (Cros, 1984 a) Supongo que cualquier género se distingue de los demás por una serie de indicios de diferenciación a los cuales podemos definir de manera idéntica como coacciones, como reglas del arte que digamos, interiorizadas y reproducidas de manera no-consciente por cualquier sujeto que quiera expresarse por este medio. Supongo también que tales coacciones se articulan con el contexto sociohistórico, sufriendo por lo mismo un proceso evolutivo. Estas coacciones confieren al género sus coordenadas sociohistóricas. Emergen juntamente con el género; éste surge de su configuración emergente. El término que va a servir para designar este género no es más que su cara visible, lisa y estaba por decir inocente. Pero esta configuración a la cual llamaré forma - estructura enigmática en la cual vienen codificadas las estructuras de la sociedad implicada - emerge en un momento preciso de la historia de la cual incorpora a su modo las problemáticas fundamentales.
Por ser una práctica social el género novelesco en efecto surge al conectarse entre sí una serie de datos sociales. Para entender mejor este proceso remito a lo que ocurre en el caso del rompecabezas que sólo empieza a significar cuando incorporo la última pieza : todo lo que hasta ahora no era más que una informe e insignificante yuxtaposición se hace sentido con esta última pieza, coinciden y se justifican cruzándose en ella unas direcciones que hasta ahora no conducían a nada, en ella los colores previamente sin forma se cuajan viniendo a ser objetos, elementos de paisaje, siluetas; lo que significa esta última pieza irriga todas las demás que la rodean restituyéndoles sus formas y sus significaciones primeras pero esta última pieza sólo construye su sentido a partir del ensamblaje y de la convergencia de todas las demás. De aceptar esta comparación podemos afirmar que la ficción novelesca confiere una significación a la misma Historia de donde sin embargo emerge.
Abordaré el problema de los orígenes de la novela europea en España a partir de estas premisas. Se suele decir que la novela es el prolongamiento de la épica y que su aparición está vinculada con la ascensión económica y política de la burguesía, afirmación que, así formulada, se contenta con hacer constar que son dos datos concomitantes sin cuestionar los procesos de esta articulación pero afirmación también que hace más complicada la aproximación al problema en el caso de España en donde en opinión de varios historiadores la burguesía se constituye tardíamente como clase.
Siento como hipótesis que la novela europea adviene entre 1599, fecha de la primera edición de la Primera Parte de Guzmán de Alfarache y 1605, fecha de la salida de la Primera Parte del Quijote. Esta tesis no es nueva : ya la había sugerido en 1967 en Protée et le gueux (Cros, 1967), observando que los textos de Mateo Alemán y de Cervantes entablan un diálogo contradictorio y conflictivo. Abarcarlos en un mismo corpus nos permite entender mejor los varios orígenes del género novelesco, portadores de su devenir manifiestamente plural.
Guzmán de Alfarache es para mí el ejemplo perfecto de la novela picaresca. Ya hice observar (Cros, 2001 a) que la estructura del texto de Alemán - la dialéctica de la misericordia y de la justicia - reproduce la estructura del Lazarillo de Tormes y que esta estructura transcribe los trastrocamientos que afectan el campo de la religión y de la ética religiosa de resultas de la evolución del nivel económico. Para desarrollar su actividad industrial Europa tiene que acudir a la reserva de mano de obra que constituye la población ociosa de los vagabundos y, por consiguiente, reglamenta la mendicidad , lo cual pone en tela de juicio la concepción católica tradicional de la caridad. Esta problemática que nace en la Europa luterana del Norte es literalmete importada en España con el De subventione pauperum de Vives editado en Ámberes en 1526. Al desajuste que separa el nivel económico dela península con arreglo al nivel de sus vecinos corresponde el desacoplamiento correlativo de sus respectivas mentalidades, de donde la polémica exacerbada que se arma en España cuando se trata de cuestionar uno de los puntos fundamentales de la ética católica. De esta dis (dys-)sincronía emerge la literatura picaresca. Esta afirmación fortalece aparentemente la opinión que asocía el origen de la novela al desarrollo de la burguesía pero debemos observar que el género que adviene remite a un espacio simbólico en donde las consecuencias sociales y socioculturales de esta ascension burguesa están puestas en tela de juicio. Si el género picaresco nace al proyectarse el Guzmán de Alfarache sobre el Lazarillo de Tormes, la configuración de las estructuras que lo generan ( justicia vs misericordia) transcribe una fractura histórica y un enfrentamiento que opone un valor auténtico, la misericordia, a la justicia o sea a un valor pervertido por estar en servicio de la expansión del capitalismo con el pretexto de luchar contra el ocio y el vicio. Tal sería pues la primera coerción ( confrontar valores auténticos y valores pervertidos). Generalizar esta observación nos llevaría a coincidir con la tesis que presenta Lukacs en Teoría de la novela (Lukacs, 1963), cuanto más que una confrontación similar opera en Don Quijote en donde los valores auténticos de la caballería vienen mediatizados por el valor pervertido que representa la imitación de Amadis (Girard, 1961)
El género novelesco adviene pues de venir a conectarse entre si una serie de datos:
- los procesos económicos y sociales y más especialmente el desarrollo de las vías terrestres de comunicación en la segunda mitad del siglo XVI, la necesidad de organizar los circuitos comerciales, el desarrollo correlativo del transporte por mulas, de las ventas, de las carreteras, de las poblaciones ( Braudel, 1966,TI, págs 140 y sg)...La arquitectura narrativa de los dos textos estriba en esta primera realidad ( el caminar de los respectivos protagonistas, las etapas en las distintas ventas durante las cuales se cuentan las novelas intercaladas, el esquema del “alivio de caminantes”, los personajes : arrieros, venteros, viajeros con los que se encuentran tanto Guzman como don Quijote, etc...)
- algunas situaciones conflictivas : la ascensión social de los mercaderes transcrita por Mateo Alemán (Cavillac, 1983), del “campesino rico”, en vías de asimilación a la nobleza como se nota en las novelas intercaladas del Quijote (Cros, 1984, págs 140y sg), tensiones entre diferentes estamentos de la nobleza...
- las formas de comportamiento y los sistemas de normas ( dinero, honor, honra, castidad, opulencia, miseria, ascetismo, distinciones entre los amores lícitos y los ilícitos, etc...)
- los modos de caracterización ( tipología de los pícaros, de los pobres, de los pajes, de las nacionalidades, de los humores etc..) Así es como, por ejemplo, la oposición entre “el humor cálido y seco” atribuido a Don Quijote y “el humor frío y húmedo”, atributo de Sancho, se artícula con la pareja Doña Cuaresma / Don Carnal contribuyendo de este modo a instituir un trayecto de sentido esencial de la intratextualidad (Cros, 1990)
- una serie de prácticas sociales ( la organización de la beneficencia, el sistema de los aparatos ideológicos de estado : la religión, la familia, la enseñanza...)
- algunos debates que, a su vez, transcriben la evolución de la infraestructura ( sobre la mendicidad, la reforma de los puentes y caminos, el lujo, el ocio etc...)
El impacto y los efectos-signos (Ricœur) de estos diferentes elementos varían segun el texto que se contemple. Representan sin embargo un volumen de datos considerable que participan del génesis del género como historia incorporada en la ecritura. - Queda por evocar un último elemento, o sea una práctica ideológica transhistórica que facilita una matriz específica a la producción de sentido ( la tradición literaria con sus clisés, sus reglas, sus ténicas...) El impacto de esta práctica es sin lugar a duda más inmediato y podemos pensar que participó de manera más activa que otros elementos en la impulsión de la dinámica genética (Cros, 1983). Algunos de estos aspectos atañen a uno o al otro de los dos textos y ya han sido correctamente estudiados, otros al contrario sólo los implican de manera complementaria o bien no han sido hasta ahora comentados. Observemos primero con Riley ( Riley, 1962 ) que, algo como ciento cincuenta años después de la invención de la imprenta, la literatura empieza a aparecer como un fenómeno social poderoso que ha generado un mercado ya bastante amplio del cual da fe precisamente la manera como viene difundido El libro del pícaro : mientras que la Primera Parte sale en 1599, su traducción al francés es editada al año siguiente lo cual constituye una verdadera hazaña; en 1606, sale la versión italiana de Barezzo Barezzi que inspira la traducción al inglés por James Mabbe en 1622 y la versión latina de Gaspar Ens en 1623 (Cros, 1967). Los problemas de la vulgarización de la imprenta ya han sido superados y la extensión del público se observa obviamente en las piezas liminares : en adelante los escritores se dirigen en sus prólogos no sólo al “discreto lector” sino también al “vulgo” o sea a “ la gente baxa o que sabe poco” (Covarrubias). Cualesquiera que sean las estrategias discursivas ocultadas detras de este encabezamiento ya asoma la silueta del futuro “gran público”. Este primer dato se articula con la actualidad de la crítica literaria al final del siglo XVI (Riley, 1962) y, en este contexto, con los debates sobre la posibidad de concebir una épica escrita en prosa. Don Quijote, como se sabe, aborda varias veces este tema y desde esta perspectiva, puede ser calificado de epopeya bufona. Guzmán de Alfarache al contrario no respeta este esquema ya que, en el corpus que tengo seleccionado, la línea divisoria correponde con el impacto de la Poética de Aristóteles, conocida en Italia a principios del siglo XVI y difundida más ampliamente a partir de 1548 por Robortelli. La primera traducción española es de 1626 pero el texto de Aristóteles viene comentado por López Pinciano en Filosofía antigua poética (1596). Cervantes, que vivió en Italia de 1564 a 1575, leía el italiano y tuvo muy posiblemente un acceso directo al texto. Por un lado pues la influencia de la Poética y la fascinación que ejerce la épica sobre Cervantes, por el otro El Libro del pícaro que acata estrictamente las normas de la retórica y del arte de la elocuencia (Cros, 1967). Entre los dos textos también el fin del reino de Felipe II, la subida al trono de Felipe III y un cambio radical en el ambiente de la Corte (Véase la fiesta de Carnestollendas en Valladolid en 1599).
No se podría imaginar orígenes más diversificados : Guzmán de Alfarache es la primera novela urbana y la ciudad es la protagonista típica de nuestra novela moderna como lo hacía observar Carlos Fuentes en una entrevista con Julio Ortega (“ porque es el lugar antinatural donde el género de la novela [...] tiene que verse a sí mismo como un artificio...). En el Quijote al contrario prevalece la visión del campo : el campesino (que en Guzmán de Alfarache sólo aparece una vez y de manera fugaz y crítica) está en el centro del texto de Cervantes en el que además la dinámica social viene representada por la ascensión del campesino rico mientras que el narrador de Alemán privilegia el punto de vista de los mercaderes como vectores del proyecto de la burguesía (Cavillac, 1983 ). De abarcar juntamente los dos textos, podemos percibir en el trasfondo del texto cervantino la permanenecia de un modo de producción feudal falto de cualquier dinamismo y, como ya lo tengo notado, en las novelas intercaladas más especialmente, con la figura del campesino rico, los indicios precursores de su progresiva desaparición mientras que en el relato alemaniano sólo nos llegan las voces ruidosas de la ciudad y el bullicio activo generado por los modos de producción precapitalista y capitalista en las calles y plazas de las poblaciones. Contemplados por una visión sinóptica transcriben la totalidad de la formación social de su tiempo (Cros, 1984 b).
Sus respectivos índices de modernidad se nos presentan como literalmente invertidos : mientras que la escritura de Cervantes, aparentemente poco sensible al proceso de la historia, es sin embargo excepcionalmente moderna, la práctica discursiva de Mateo Alemán que, en otro plan, tiene una visión dinámica y profética de la historia (Cavillac, 1983), reproduce las normas de las artes poéticas medievales y de la retórica tradicional (Cros, 1967) ... con una excepción sin embargo que no podemos pasar por alto : en efecto Mateo Alemán revoluciona las categorías aristotélicas con la introducción de la sermo humilis de san Agustín que rompe la rigidez de las clasificaciones de los estilos (alto, bajo y medio) oponiéndoles el mecanismo de la reversibilidad potencial de lo sublime y de lo humilde ( humilis/sublimis) a partir de la figura Crística (Dios/hombre). El impacto de la sermo humilis afecta las estructuras textuales y se nota en las circunstancias que construyen la instancia de enunciación ( un galeote que se presenta como “el atalaya de la vida humana”), en la interpelación recurrente por el yo narrador a un tú comunitario juntamente ”corpus christi” (sublimis) y “massa peccati” (humilis) o también - quizás sobre todo - con “este sintagma paradoxal”, la cumbre de todas las miserias” que desconstruye, invirtiéndola, la metáfora clásica de “el abismo de todas las miserias” y que sitúa la totalidad del itinerario de Guzmán “en una perspectiva ascendente, de las tinieblas abismales del pecado a las cumbres luminosas de la gracia” como lo escribe magníficamente Michel Cavillac (Cavillac, 1983, pags 84, 122 ). Esta reversibilidad que, de rebote, pone de manifiesto la trayectoria “del hombre abandonado al hombre nuevo” (Cavillac) transcribe de manera obvia el impacto genético de la sermo humilis. En la literatura profana española no existe, que yo sepa, un ejemplo anterior al texto de Alemán de tal recurso a la sermo humilis. Pero que tal deconstrucción de la práctica de escritura acompañe el nacimiento del género novelesco me parece representar un dato capital en la medida en que esta deconstrucción cancela la hipoteca que el decoro hacía pesar hasta ahora sobre la instancia de la enunciación y, borrando las jerarquías sociales, proyecta al narrador y al narratario en un espacio utópico de igualdad en el que en adelante acampará la ficción novelesca.
En el período que nos interesa no existe ningún término para designar aquello que más tarde se denominará novela. Las obras narrativas se titulan Historia..Retrato...Vida...Libro...etc...y este vacío es un indicio semiótico muy fuerte que significa precisamente que estamos en los albores de un modelo nuevo; nos señala en efecto que ninguna mirada crítica se interesa por las eventuales convergencias de todos aquellos textos a partir de las cuales se podría esbozar una poética. Sin embargo no pasa igual con la novela corta explícitamente reconocida como género por Cervantes en el prólogo a las Novelas ejemplares, cuando afirma, en 1613, que fue el primero en haber novelado en lengua española. No se le ocurre considerar como novela a Don Quijote. Hasta el siglo XVIII inclusive (Diccionario Español-Francés de Sobrino), el término de novela es sinónimo de patraña, cuento (Covarrubias) conseja (César Oudin) “fable, conte fait à plaisir” (Sobrino). Ni que decir tiene sin embargo que la novela corta ha participado en la aparición de la narrativa mayor : en Guzmán de Alfarache y en Don Quijote varias novelas cortas vienen intercaladas y tal sitemática se puede considerar como la inserción intartextual de un modelo, un punto de referencia con arreglo al cual la escritura viene a situarse, sin duda para mejor definir su especificidad.
Los puentes entre la novela corta y la novela atañen a la Poética. Veamos en efecto lo que dice el Diccionario de las Autoridades del término novela : “Historia fingida y texida de los casos que comúnmente suceden o son verisímiles”; la definición fluctúa entre dos nociones contardictorias: por una parte la ficción (“historia fingida”), por la otra la realidad (“cosas que comúnmente suceden”) y termina con un término medio, la verisimilitud (“ o son verisímiles”). Una idéntica contradicción se nota en la definición que da Covarrubias del término fábula : “Rematemos con que algunas veces damos nombre de fábulas a las cosas que fueron ciertas y verdaderas ( la realidad) pero en su discurso tienen tanta variedad que parecen cosas no acontecidas sino compuestas e inventadas de algún gallardo y lozano ingenio” (la ficción). Entre la realidad y la ficción, lo que permite pasar de la una a la otra atañe a la composición y a la disposición o sea a la retórica o/y a la poética [Cf “texer (Véase supra: historia finfida y texida ...) metafóricamente vale componer, ordenar y colocar en método y disposición una cosa” Diccionario de Autoridades] Todas estas definiciones retoman, de otras formas, la oposición entre la Historia y la Poesía; o sea entre lo particular y lo universal o también entre lo que realmente ha sucedido (“ los casos que comúnmente suceden..., las cosas que fueron ciertas y verdaderas..”) y lo que podría haber sucedido.Juan de Mal-Lara alude a la necesaria colaboración de las dos nociones cuando en Descripción de la galera real del Ser° Sr Don Juan de Austria pinta una alegoría de la Retórica que tiene “en la una mano un libro abierto que es la Poesía de donde toma los colores de las palabras y en la otra otro libro que es la Historia de donde le vienen los colores de las cosas”.
Ahí está el punto de coincidencia entre la novela corta y la novela, sobre todo si se tiene en cuenta el que Mateo Alemán califica a su Libro del pícaro juntamente de fábula y de historia poética. Aludí varias veces a la importancia de esta noción de historia poética (Cros, 1967, 2001), la cual, en mi opinión, transcribe el sentimiento , compartido por muchos coetáneos, de que lo que está naciendo o está por nacer es algo que no se puede reducir a la sola Historia o a la sola Poesía. El mismo López Pinciano trata de conciliar los dos términos : “el objeto (de la poesía) no es la mentira, que sería coincidir con la sofística, ni la historia que sería tomar la materia al histórico; y no siendo historia, porque toca fábulas, ni mentira porque toma historia, tiene por objeto el verisímil que todo lo abraza” (López Pinciano, 1953, pág. I, 220).
Este neologismo aparentemente fraguado por Mateo Alemán es, para mí, la expresión más apropiada para definir la novela moderna.Cualquier relato novelesco es sin duda un discurso que sólo puede hablar del pasado pero en realidad hay que precisar de qué tipo de pasado se trata.. Distinguiré entre, por una parte, un pasado presentado y leído como algo que ha sucedido realmente, o sea un pasado que pertenece a la memoria colectiva y luego calificado de histórico, y, por otra parte, un pasado que puede haber ocurrido, presentado y leído como verisímil, el cual constituye la trama de la ficción. La relación con la Historia en la novela implica un vaivén entre estos dos tipos de materiales, lo cual nos remite a las distinciones arsistotélicas según las cuales la historia corresponde con lo que ha realmente sucedido, con el espacio de lo singular e individual mientras que la poesía al contrario atañe, en el campo de la ética, a lo que debe ser, o bien ,en el nivel de la representación de la diégesis, a lo que puede ser o haber sido e implica lo general y lo colectivo. La poesía atañe pues a lo posible. Lo posible se nos aparece, de esta forma , como una categoría capaz de ensanchar el campo de la representación de lo real en cuanto nos presenta, por extrapolar ciertas tendencias inscritas en las circunstancias concretas que justifican y explican la aparición del acontecer histórico, una continuidad y sucesividad distintas a las que han ocurrido concretamente. Sin embargo, las dos representaciones, la real y su doble que digamos, emergen de una misma totalidad y del mismo conjunto complejo de causas (Cros, 2001-b, págs 156-157);
Consta pues que la noción de historia poética permite superar las aparentes contradicciones que acabo de reseñar en la definiciones de novela y fábula por los distintos diccionarios, lo cual demuestra obviamente que dichas contradicciones han sido percibidas, o, por lo menos , interiorizadas, antes de que el cuestionamiento al cual se refieren haya sido rectificado por Mateo Alemán. El traductor francés Jean Chapelain reconoce esta rectificación cuando observa en su “Déclaration pour l’intelligence de ce livre” que, aunque es una ficción (“pièce poétique...fausse”), la historia que viene à continuación viene tratada de tal forma (“composition...façon de la traiter”) que desarrolla un encadenamiento de causas y consecuencias (“dont on rapporte tous les changements au vice et à la vertu..”) que reproduce la realidad de la vida cuotidiana (“il n’y a rien de si commun...”)
Or bien que l’auteur appelle cette pièce poétique, elle n’est poétique qu’en ce qu’elle est fausse, car en la façon de la traiter il n’y a rien de si commun afin que tu ne t’attendes pas de voir icy de grands accidents ni des événements inopinés et extraordinaires. Ce genre de composition qu’ils appellent le merveilleux, est à bon droit banni d’icy comme estant une histoire où l’on ne donne aucune part à la Fortune et dont on rapporte tous les changements et disgrâces au vice et à la mauvaise conduite seulement. (Chapelain, 1619)
El texto de Cervantes, a su vez, no deja de poner en tela de juicio las distinciones establecidas : todo el relato de las supuestas hazañas de don Quijote puede ser leído como una parábola que ilustra la supremacia de la historia como espacio de la verdad con arreglo a las mentiras de los libros de caballería y a las quimeras que éstos pueden generar. Pero su exaltación de “la verdad histórica” se compagina con el elogio a la mentira creíble:
Tanto la mentira es mejor cuanto más parece verdadera y tanto más agrada cuanto tiene de lo dudoso y posible. Hanse de casar las fábulas mentirosas con el entendimiento de los que las leyeren, escribiéndose de suerte que, facilitando los imposibles, allanando las grandezas, suspendiendo los ánimos, admiren, suspendan, alborecen y entretengan.( Don Quijote, P. I, c.47 )
En su estudio magistral E.C.Riley nota que Don Quijote no es historia ni tampoco Poesía : “su centro está entre las dos y las incluye a las dos” :
There is in the Quixote a practical solution to the problem which taxed the wits of italian theorists of Counter-Reformation : how to bring the universal and the particular into harmony[...] It is not history and not poetry : its centre is somewhere in between and it includes both of them. (Riley, 1962, págs. 177-178)
Llegamos, una vez más, a la misma conclusión : las categorías aristotélicas vienen cuestionadas y este cuestionamiento transcribe el fin de lo imaginario postmedieval debido al progreso alcanzado por las ciencias empíricas (Dubois, 1970)
Hemos dejado de lado hasta ahora un aspecto importante de cada uno de los dos textos y que se refiere al folklore, más especialmente al folklore carnavalesco cuya presencia en Don Quijote ha sido sacada a luz por Michael Bajtín (Bajtín, 1970, 1974). ¿ Qué significa, desde el punto de vista histórico, esta inserción? Recuerdo que las tradiones carnavalescas que originariamente pertenecen al campesinado han sido recuperadas, en toda Europa, por la burguesía urbana en los primeros decenios del siglo XVI. Este fenómeno corresponde con una fase del proceso histórico que impulsa la ascensión progresiva de la burguesía; ésta, en su lucha contra la aristocracia, lleva la ventaja en el plan económico pero tiene que seguir luchando en los planes político y cultural. Sin embargo, por carecer de memoria de clase, no tiene una cultura propria y se ve obligada a recuperar en provecho suyo las tradiciones populares o sea una cultura que no es la suya o de la cual se ha alejado progresivamente. La manera como funciona el material folklórico en el texto de Cervantes transcribe claramente esta usurpación (Cros, 1990).Eso no quita que este material, aunque redistribuido de manera específica en el Quijote, conserva la memoria de los trayectos semiótico-ideológicos originales que transcriben una visión del mundo irreductible al proyecto burgués y al contario concuerdan simbióticamente con la vivencia cuotidiana del campesinado. Estos trayectos organizan une serie de puntos de vista intratextuales que contemplan la sociedad “desde la otra orilla”, asumiendo por lo tanto la función subversiva de cualquier literatura carnavalizada.
Hagamos el balance de nuestras observaciones : cuestionamiento de los valores sociales y morales, y de las categorías aristotélicas, rectificación de las clasificaciones jerárquicas (sermo humilis), rechazo de la inverosimilitud debido al avance de las ciencias empíricas, inserción de otra mirada en el mismo seno de la instancia narradora...tales son las principales coacciones que emergen con el género novelesco y que todas corresponden con la manera como viene incorporada una totalidad impresionante de datos sociales. La novela se nos presenta por lo tanto como un material histórico incorporado de manera específica. Esta especificidad evoca para nosotros la desaparición de lo imaginario postmedieval y el advenimiento de un nuevo horizonte socioeconómico y sociocultural. En este plan no podemos dejar de notar que los dos protagonistas al final de sus existencias como personajes vienen a plasmarse en el molde de la figura poética del homo novus, trátese de Guzmán de Alfarache delincuente arrepentido visitado por la gracia o de Don Quijote que al morir abjura sus fantasmas y vuelve a ser don Quijano el bueno. Transcribiendo de este modo el rechazo del pasado, esta organización circular del relato no termina con un regreso a la situación inicial sino con un devenir distinto o, mejor dicho contrario de lo que fue y vector de valores nuevos como lo sugiere el conjunto de las connotaciones evocadas por esta figura poética. Este nuevo fenotexto (Cros,1983,1998) señala, en el nivel de la narratología, aquello que ya expresaban las distintas coacciones que acabo de sacar a luz o sea que adviene en la Historia algo radicalmente nuevo. Pero, a la vez, llama la atención sobre sí mismo y sobre el contraste que construye con otro esquema de la síntaxis narrativa es decir la organización relativamenre arcáica de los episodios ensartados. En efecto, cualesquiera que sean los méritos y el alcance de estas dos obras maestras nos consta que, en un primer nivel, la materia de la narración viene redistribuida las más veces sobre este último esquema : los capítulos que se suceden en cada relato desarrollan a través de modulaciones distintas y variaciones secundarias el mismo tema (los episodios delincuentes de Guzmán, las sucesivas manifestaciones de la locura de don Quijote) y pueden dar la impresión de no ser más que una sucesión de episodios inconexos. No se me escapa que, más allá de esta composición primaria, se puede observar una admirable progresión ( las evolucione respectivas de Sancho y don Quijote, la ascensión espiritual y el rescate de Guzmán). Dicha progresión, en los dos casos, anuncia la organizaci1on circular que caracteriza la novela moderna. pero la coexistencia de los dos esquemas, ya observable además en el Lazarillo, es otro índice del proceso de gestación que redistribuye los viejos modelos.
El núcleo genético en que se va fraguando la forma novelesca y vienen a deconstruirse los modelos anteriores (del romance burlesco al libro de caballería y a la novela, del Liber vagatorum a las patrañas etc...) es un espacio alimentado por tres fuentes mayores - la épica, la retórica y el folklore carnavalesco - y cruzado por las tensiones que suelen acompañar cualquier proceso histórico crucial. Su advenimiento es el producto de cierta fase de expansión de la burguesía pero ya en sus orígenes se nos presenta obviamente como un espacio conflictivo vector de un sistema de valores subversivos.
Edmond Cros
Institut International de Sociocritique
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